Segunda pregunta del hijo de la constitucion al Pensador mejicano. Sobre el impuesto del peaje o pillaje, como lo llama el Pueblo.

Abstract

Author's second address to José Joaquín Fernández de Lizardi, or the 'Pensador mejicano', addressing the coal tax established in Guadalupe. Signed 'El hijo de la Constitucion'. See also 1570/1874.(4/47.)
Metadata

Item Type:	Book or pamphlet
Creators:	Anon.
Date:	1820
Place of Publication:	Mexico City
Publisher:	Imprenta de Ontiveros
Number of Pages:	8
Theme:	Economic Development, Policy and Ideas
Country/Region:	Mexico
Keywords:	Taxation, Tribute, Industry, El Pensador Mexicano
URI:	http://liberalism-in-americas.org/id/eprint/560
Document text
                    SEGUNDA PREGUNTA (
                    
                    DEL HÜO DE LA CONSTITUCION
                    
                    AL PENSADOR MEJICANO-
                    
                    Sobre el impuesto del peaje o pillaje, como
                    lo llama el Pueblo.
                    
                    MEJICO: 182a.
                    
                    IMPRENTA    DE ONTIVEROS»A todos y i ninguno
                    mis advertencias tocan»
                    quien las siente se culpa;
                    el que no, que las oiga.
                    
                    Y pues no vituperan
                    señaladas personas,
                    quien haga aplicaciones,
                    con su pan se lo coma.
                    
                    Triarte(O
                    
                    ¡V^Ia, con que vd. es mi hermanito, hijo de la Cons-
                    titución y nacido del mismo viente que yo! Vaya, vaya
                    yo me alegro tener un hermanito en este reino pues
                    hasta aquí he carecido de él y también roe alegro que
                    profese el mismo amor que yo á nuestra Madre
                    
                    2 Que se espanta vd. de que le baga unas pregun-
                    tas tan interesantes? Me dice vd. que para responder-
                    las es necesario comprometerse: no, yo no trato de eso,
                    lo amo muy deveras para no tratar de hacerlo res-
                    ponsable: hermano mío, todos estamos obligados i ma-
                    nifestar nuestras ideas políticas, y mucho mas cuando
                    conduce á la felicidad del pueblo que debe ser nues-
                    tro primer objeto; por lo demás al que le pique que
                    te rasque, y no den justos motivos para excitar á los
                    escritores á que manifiesten clara y palpablemente
                    los grandes defectos en que continuamente incurren.
                    
                    He leido con indecible gusto su respuesta á mi
                    primera pregusta: enteramente quedo satisfecho de su
                    ingenuidad y muy cooteoto en que confrontemos en
                    un mismo modo de pensar; pero, hermano, me ha to-
                    cado vd. uo punto que se me estaba haciendo la boca
                    agua por hablar algo á cerca del particular: tal es
                    el hipótesis del carbón que me sita ¿ Quiere vd. creer
                    que no es el obise de los pasaportes el único que hace
                    carecer de este necesario efecto á ra Capiral? Lo e.
                    también tanta gabela como paga el infeliz carbonero
                    antes de vender su efecto.
                    
                    Pero, hermano mío, que punto rae ha tocado vd.;
                    sepa que por no separarme de la idea que me pro-puse en
                    mi anterior pregunta no le hablé acerca del
                    carbón y del peaje que se baila establecido en Gua*
                    dalupe, y de la inversión de este, pero ahora, herma-
                    no mió, va vd. á escuchar primores que se tapará las
                    orejas, para que sepan el agradecimiento que deben
                    tener á nuestra Madre la Constitución y le den gra-
                    cias por la felicidad que nos ha traído, pues por ella
                    ya que ro podemos poner pronto remedio á los abu-
                    sos, por lo menos nos queda el gran gustaso de decir
                    con libertad y sin miedo cuanto nos parezca que no
                    está en el orden, como ahora lo del peaje que he
                    dicho en un piincipio: ya sabe vd. que hace tiempo
                    hay ^establecido en Tacuba un peaje para los carbo-
                    neros en que le arrancan á cada pobrete una cuarti-
                    lla, por cada muía, y tlaco por cada burro (ó burra
                    que es lo mismo) este fondo entra en las cajas
                    de Guadalupe (según las llaman las de allí) y tie-
                    nen razón por lo Cajeado que están ellos con estas,
                    ' estos ingresos en el día tk<c*?n buena invercion, pe-
                    ro  en otro tiempo.....! Jesús y cuantas cosas se me
                    
                    han ocurrido en este momento que decir! Sobre este
                    particular no quiero decir ninguna, por no ponerlos
                    encarnados, ni amarillos; pero sí les suplico se com-
                    padezcan de los pobres indios carboneros que pagaa
                    las muías á cuartilla. ,
                    
                    A vd. tampoco le cojerá de nuevo la noticia
                    . de un peaje que se cobra á todo bicho viviente en
                    Guadalupe, hacienda Hahuehuetes y en el Pueblo de
                    Tlalnepantla: me contestará vd. que no, pero si creo
                    que no sabrá vd. en que se invierte este fondo que
                    hasta el dia según mi calculo asciende á quince ó
                    diez y seis mil pesos, y que se están empleando
                    en grandes obras (y todas de misericordia) la pri-
                    mera dar • de comer al hambriento, por que en las
                    circunstancias presentes es obra de misericordia man-
                    tener tres peajeros con buenos sueldos, y con la pro-porción 
                    á mas de coger de lo que je junta todo Ib
                    • que se les antoje á su advitrio; le es plica ré á   vd. co-
                    mo anda la cosa, y vd. me dipá. si tengo razón.
                    
                    Les entregan una porción  de boletos á los
                    peajeros, los que deben dar según el número de mu-
                    ías que pasan, de iodividuos á caballo, y de coches
                    de retorno (que estos pagaban á peso) las primeras
                    si van cargadas á real y si vacias i medio: cada pa-
                    pelito vale su real y por consiguiente veinte muías
                    veinte papelitos y de treinta treinta &c.: si es el due-
                    ño el que va con las muías reniega, patea, maldice á
                    los peajeros, expone que está el camino intransitable,
                    que es injusto el pagar; nada le vale, si se resiste lo
                    amenazan con embargo ó prisión, pues pira el efec-
                    to hay un soldado serio, negro y feo, ( para que in-
                    funda respeto) el que da (cual Cáifas) la última sen-
                    tencia de pagar porque sino...., que se ha de hacer,
                    '.dice mi pobre arriero, y con su cara muy añigida
                    va sacando de su bolsa de cuero la cantidad que íe
                    han señalado, medio á medio, como si sacara almas
                    del Purgatorio, y al fin con un grao suspiro entrega
                    la cantidad que tantos sudores le ha costado: enton-
                    ces el peajero le va poniendo en la mano los pape-
                    litos qu t deben ser su recibo; pero el pobre que aun
                    tiene la mohína en el cuerpo los tira ó le dice que
                    se los guarde que el no come con papeles y se mar-
                    cha dejando estos y el dinero para la bol j de aquel
                    judas ¿No le parece á vcL, hermano mío, esta secun-
                    da obra de misericordia vestir al desnudo con la ro-
                    pa de otro que se queda encueras? ¿No le paiece á
                    vd. bien invertido'el tal peaje?
                    v      ¿No le parecen á vd. estas, hermano mío, unas
                    obras muy útiles al público? Pues hermanito lo serán pe-
                    ro no en miconcepto: hasta aquí se ha ido y venido á la
                    Villa sin aquella calzadita que debió haber costado poco
                    mas de tres mil pesos: por lo que toca al albarradon 
                    quehabrá costado otro tanto siempre fue suficiente el que
                    había y á mi entender aunque hubiera caído otro di-
                    luvio en ninguna parte hubiera estado uno mas se-
                    guro de ahogarse que encima de su bordo: et em-
                    pedradito lo podían haber pagado los vecinos pues
                    disfrutan de él y no haber echado una carga á los
                    pobres caminantes que pasan de todas partes y que
                    estos no lo disfrutan ni siquiera tienen el gusto de
                    ver estas obras tan magnificas y bien dirigidas. Vd.
                    me dirá si tengo raaoo para decir que no son úti-
                    les al público sino solo á la Villa de que resulta uq
                    acendrado egoísmo.
                    
                    Vamos á otro punto: el peaje precisamente es
                    la causa de la escaces de entradas en esta Capital y
                    de lo caro de los comestibles.
                    
                    Prueba indudable: supongamos que semanaria-
                    mente se, internan en la Capital en muías doscientas
                    cargas de todos efectos, estas pagan de peaje doscien-
                    tos reales que suben á los efectos que conducen es-
                    tas doscientas bargas, supongamos que debían expen-
                    derse á ocho pesos y con este insoportable impues-
                    to r.'sulta que Jas darán á ocho pesos un real, cuya
                    cantidad que al parecer es corta; pero resulta anual-
                    mente en perjuicio del público mil trescientos pesos de
                    solo el calculo de las doscientas cargas: con esto soio,
                    queda probado que el peaje es una de las causas (y
                    •no la menor) de la escaces y carestía de los efectos:
                    añidiendo que en el dia se han valido los traunsentes
                    de tierradentro de rodear, dos leguas mas de camino
                    por la hacienda de santa Mónica á salir al puente de
                    vigat para entrar á la Capital por la garita de Sao
                    Cosme donde no se halla establecido el peaje.
                    
                    En fin, mi amado hermano. ¿No le partee á vd,
                    que este gravamen es contra nuestra madre la Cons-
                    titución*? ¿No seria mejor y nada gravoso al público
                    que cada pucb»o ó individuo compusiese los caminos4 
                    su coito como carga eoosegil? Resoltaría de esto
                    tres utilidades: la primera» que fraocaroente podrían
                    caminar con" amplitud tos pasageros sin pensión ni de-
                    sembolso alguno: la segunda que los caminos com-
                    puestos por los síndicos de los Ayuntamientos á cos-
                    ta de los propios y arbitrios de este» como procura»
                    dores del pueblo tratarían de conservarlos eo el me-
                    jor estado, y la tercera que pues me consta fue en
                    el día ha decaído mucho el peaje y se está sacando-
                    de los fondos ya eo cajas para pagar los empleados
                    destinados á este objeto, resulta que si inme-
                    diatamente se extinguiera el peaje los fondos existen-
                    tes podrían invertirse francamente en la composición
                    de los caminos que lo necesitan,
                    
                    El 23 de Diciembre del año próximo pando
                    cuando S. E. pasó para el desagüe ¿ por qué no se le
                    condujo por la calzada de Vallejo á este pueblo* IVr-
                    que hubiera visto lo anegada e inservible que estaba:
                    esta es la esencial y por donde entran lo; efeocos á
                    la Capital, no hubiera S £. accedido á la propuesta
                    que se le hizo para aquellas obras tan de poca nece-
                    sidad, y sí hubiera parado la atención en la compos-
                    tura de este camino que es el mas interesante. ¿Que
                    se reduce la composición de los caminos solo á las cal-
                    zadas de Guadalupe? Puedo asegurará vd, hermano mío,
                    que por el de Vallejo muy breve roe parece que ten-
                    dremos que ocurrir á las cenizas del celebre inaqui-
                    oista Montgolfier para conseguir la renovación de sus
                    globos Aerostáticos, pues solo de este modo ruáremos
                    pasar á la Capital por el citado camino d : Vallejo,
                    por el cual ya hoy dia hay que ir hacieoU j ¡maromas
                    encima del caballo para no ahogarse en ifn > de los
                    muchos pantanos que tiene.
                    
                    El de Tlaloepantlaá Guadalupe se pone en es-
                    te tiempo tan malo y atascoso que no es posible an-
                    dar por el, ademas de ser una legua mas largo. ¿Leparece, 
                    i vd. bien la inversión del peaje? \ Las obras
                    Hechas en utilidad del público y acostá de tantos ir.-
                    Mice*1 Crío que \é oigo' decir: á vd. en voz queditá
                    «w; y en voz roas atrita le voy á decir á Vd. ni á mi
                    tampoco* porque hermano mió, cuando á los pobres se
                    les arrancan los medios con utilidad general están muy
                    bien arrancados; mas cuando es en utilidad de un so-
                    lo egoísta, debemos llamar con voz en cuello i nues-
                    tra madre la Constitución para que nos auxilie con sus
                    benéficas leyes. Vd. dirá que cansado estás, her mani-
                    lo, y yo le responderé (con aquel refrancillo) allá va
                    este carnero haber si topa»
                    
                    Dígame vd., amado hermano, hijo también de la
                    Constitución y nacido del mismo vientre que yo, que
                    le parece mi papelucho, el no esta elocuente, pero ha-
                    bla la verdad con claridades, y juntos los dos defen-
                    deremos á nuestra madre la Constitución, pues ya ben-
                    dito Dios no habrá quien nos lleve á cenar al mesón
                    de la pita: su hermano y S. S.
                    
                    El hijo de la Constitución.
                    
                    Z?. AP «fc-
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